16.8.10

El Faro (1)


Por esos días aún satisfacía sus caprichos, a la distancia creo que intuía que era mejor acatarlos a discutir en vano. Hasta que supiera qué hacer, y cómo, era preferible mantener el statu quo, en un instintivo ahorro de energías.

Las evidentes diferencias y la certeza de lo inevitable ya estaban instaladas.

Mientras él luchaba contra el intenso viento costero para leer La Nación yo fui devorando la Historia de O, las Memorias de una Princesa Rusa y todas las novelas de la colección La sonrisa vertical que llegaban al pueblo.

Quizás después sospechó algo y se arrepintió –nunca lo sabré, esas cosas en las familias bien no se hablan- pero no pudo acusarme de nada porque fue su idea: “Mañana vamos al faro”, decretó.

Sabía bien de mi miedo a las alturas. Como todo sádico se solazaba en la observación directa del padecimiento ajeno.

Para llegar contrató los servicios de una 4x4 junto a otras quince personas. Un chofer barbudo, enrubiecido por el sol, hacía las veces de guía.

Mientras subíamos a la camioneta, en rápida maniobra, el rubio se las ingenió para que nos separara únicamente la palanca de cambios y el de La Nación con sus decretos a cuestas quedara atrás, con el resto del grupo. Había entendido todo.

En el camino habló un poco de otras tierras y señaló unos fósiles que nadie vio. El ruido del motor y las olas nos aislaron en una burbuja sin espacio para nada más, excepto el faro, que se iba haciendo omnipresente.

Se detuvo frente a las dunas empinadas para que todos bajaran. Todavía en la burbuja de aire salado nos quedamos en silencio, mirando a los demás trepar apurados para alcanzar la fálica meta. Empezamos a subir un rato después, a paso lento. Una duna con huellas pierde su encanto, pensé.

Sólo cuando estuvimos en la puerta del faro se sacó los lentes oscuros y me miró de frente. Tenía todo el mar del mundo en los ojos.

“¿te gusta lo que ves?” preguntó, con una firmeza dulce, sin desafío.
Asentí, casi no respiraba.
“Entonces subí, desde arriba se ve mejor”.
En el primer escalón, temblando, tuve que darme vuelta. El rubio seguía ahí.

La única foto que conservo como testimonio de ese día es la que le saqué a la escalera caracol después de bajar, feliz y despeinada.

Había ganado el deseo.



La banda de sonido del post fue esta, perdón pero no está en goear. Ahora sí, denle play:

9 comentarios:

kika dijo...

humilde agradecimiento a todos los desconocidos que fueron apareciendo para ayudarme a caminar, que son faros.
la ki

M. dijo...

después de leer El Faro (1) y sin saber en qué momento habrá un Faro (2), agradezco el placer que me causa leer este post en particular.
Ud. sabe.


abrazo desde el universo

M.

Anónimo dijo...

Yo seriamente consideraría presentar esto como un cuento breve. Es brillante.
Si fuera un poema sería un haiku.
Impresionante como escribe, Kika, aunque se le traben los papeles en el télex del año 1025 o queden con olor a fruta...D

EP.

Anónimo dijo...

Sabéis lo que le pasó al de La Nación?
Se muuuriooooo

p dijo...

no es la luz lo que importa en verdad... son los 12 segundos de oscuridad!

un placer tu relato, siento la sal en la piel y el pelo revuelto por la brisa del mar...

Kluivert dijo...

Muy lindo, Kika. Lo voy a leer otra vez por dos motivos: porque mi tontera no me permitió comprenderlo por completo y porque, a pesar de ello, me gustó mucho.

kika dijo...

si leyeron el otro post entenderán que estoy un poquito cansada, pero acá vine pa´ responder.

M. de mi alma..si yo supiera..cuando vuelva a estar sintonizada va a venir el faro 2 o lo que sea que tenga que zurcarme.
Quiérote!

a la peloté EP Gracias! cada vez que elogia algo que posteo - sabiendo cómo es de cuidadosa con los elogios gratuitos- me da una alegría.. sépalo :) abrazo!

Totalmente P. querida quién sabe si ese no termina siendo "el faro(2)". Sos la tercer persona en decir que "sintió" la sal y el viento..leer tu poesía viajera es un placer y una ventana para mí.
Gracias!

(me siento como en una entrega de premios, ja)

(de paso le hice escuchar kid loco a una persona negada de la música electrónica y sucumbió)

Gracias Klui! no se gaste mucho en intentar entender, tiene las interpretaciones que cada uno lee. Con que le haya gustado tanto como para decirlo es suficiente :) abrazo grande

Miguel Rodríguez dijo...

Cuando uno está feliz, inevitablemente se despeina :)

Me encantó!

kika dijo...

jaja, es cierto Miguel
me alegra que te haya encantado!
gracias por pasarte, se extrañaron tus post
Saludos porteños :)